Los empleados de la orujera de Baeza no quieren perder su trabajo “porque un político y un empresario” no alcancen un acuerdo y anuncian que “presionarán” para desbloquear el traslado de la fábrica. Al tiempo, el Ayuntamiento ofrece ayudas para el cambio de ubicación y la sociedad, una “hoja de ruta” para marcharse.
Los trabajadores de la orujera de Baeza posaron ayer para la foto y dijeron que con el pan de sus hijos no se juega. Son unos 40 fijos discontinuos, empleados directos de Oleícola Jaén S. A., y más de un centenar los que trabajan de forma indirecta, según dijeron. Dos miembros de la plantilla tomaron la palabra, Diego Vega y Francisco Sánchez, pero sus compañeros estuvieron junto a ellos todo el tiempo. Lo primero que hicieron fue agradecer la propuesta que acababan de recoger, minutos antes, de la comisión del Ayuntamiento creada para trasladar la planta. El “trato” consiste en que el cambio de ubicación llegue, como mucho, el 31 de diciembre de 2014 o que, en todo caso, el proceso esté al 80% en esas fechas. A cambio, como explicó la presidenta de este órgano, la concejal de Presidencia y portavoz socialista, Dolores Marín, la Administración local se compromete a la bonificación máxima en los impuestos; los tres grupos a facilitar la búsqueda de subvenciones para esta operación, y también se brindan ayudas para la construcción de los accesos y la conexión con los servicios básicos para el funcionamiento de la planta.
En este órgano, que alcanzó ayer este acuerdo unánime, tienen voz los tres partidos de la Corporación, el PSOE, el PP e IU, la sociedad e “invitados” —como los empleados— que puedan hacer aportaciones de interés para lograr un acuerdo que permita que la industria abandone la fachada sur del casco urbano. Este entorno está protegido por la Unesco desde que concedió a Baeza el título de Patrimonio de la Humanidad. Si lo logran, además de mantener la ciudad en el selecto club al cumplir los compromisos alcanzados con la institución, acabarán con un problema anterior a la distinción y con las demandas de los vecinos y visitantes por los humos y el mal olor de la industria. De ahí el interés, acrecentado desde hace meses, por las quejas que llegan a la Administración local y a la propia empresa, que, consciente de ello, en numerosas ocasiones, como asegura, intentó buscar otro emplazamiento.
Si hay una oferta municipal y la firma quiere irse, ¿dónde está el problema?. Los trabajadores dan una respuesta: “Un político (Leocadio Marín) y un empresario (Carlos Morillo) no se ponen de acuerdo”. “El diálogo está perdido”, aseguró uno de los portavoces de la plantilla que aclaró: “Si hoy (por ayer) no estamos nosotros, se lían a tiros (el representante de la empresa y el del Gobierno local). Para enterrar el “hacha de guerra” ofrecen su mediación, pero tienen una demanda, que hacen a su patrón y al equipo de Gobierno: hay que evitar el precinto de la balsa de almacenamiento de alperujo. El Ayuntamiento, con la Justicia de su lado —puesto que este depósito, según un juez, como otras siete instalaciones, no tiene licencia— intentó hacerlo a finales de junio, aunque la sociedad lo evitó con un recurso. Por el momento continúa abierta, lo que permite producir aceite de orujo.
José Rodríguez Cámara
Disponible en línea en la edición digital del Diario Jaén:
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