lunes, 27 de febrero de 2012

Magnífico artículo en el diario Jaén (ed. digital)

Es tiempo de poda


Apenas quedan cuadrillas de aceituneros en los ahora grises campos de olivos mustios y exhaustos después de dar la cosecha. El frío hiela los exiguos charcos que han quedado desperdigados en el cauce de los arroyos secos. La persistente escasez de lluvia augura un año pobre para todos los que viven del campo, olivareros y aceituneros.

Por si algo falta a este cuadro sombrío se puede añadir como última y siniestra pincelada el precio irrisorio al que se regala el fruto de tanto esfuerzo, el aceite de oliva. Por los caminos polvorientos que recorren la campiña se puede escuchar el monótono rugido de las sierras mecánicas que cumplen con la dolorosa pero imprescindible tarea de podar dejando los árboles limpios y preparados para renovar las ramas que han de dar las próximas cosechas.


Pasear entre los olivos podados es asomarse a un mundo dantesco donde las costeras caídas alfombran las camadas dominando el horizonte cercano hasta convertir el olivar en un bosque impenetrable donde la madera cortada, las ramas todavía lozanas y los vástagos nuevos mecidos por el viento elevan su lujurioso verdor hacia el cielo plomizo del atardecer. Hace frío y es tiempo de poda.


Al igual que en el campo, la sociedad tiene frío, la gente se siente cansada, abrumada por el peso de las cargas que entre todos hemos contraído en tiempos de falsa riqueza. La crisis se ha instalado entre nosotros y tal parece que no tiene ninguna intención de abandonarnos. Los recortes en sanidad, educación y subsidios para asistencia a los mayores dañan a las capas más débiles de la sociedad, son como heridas en la corteza del árbol por donde se escapa la poca savia que aún queda.


No solucionan ningún problema si no que lo agravan. La proliferación de cargos políticos y administrativos con responsabilidades duplicadas las más de las veces, que en su conjunto conforman una estructura barroca, por decirlo de una forma políticamente correcta, en definitiva un tinglado ineficaz que atiende más a su propio mantenimiento que a la gestión correcta de la cosa pública para la que en teoría han sido concebidas.


Es necesario racionalizar la estructura del Estado, el Gobierno central, las autonomías, las diputaciones, las televisiones autonómicas, el poder municipal, toda la cadena de poder y cargos con sueldo y demás gabelas anejas a cargo del erario público. Los ciudadanos si no están indignados al menos si están desencantados con la proliferación de noticias que inciden cada día en el despilfarro y la corrupción. Es necesario descargar a la sociedad y racionalizar el gasto, invirtiendo los escasos recursos de que disponemos en aquello que es útil, eficaz e imprescindible. Sin embargo nadie quiere podar, y repito, estamos en tiempo de poda.


Por Paco Casas